Muchas personas optan por la fácil y costosa alternativa de contraer nupcias con una persona que posea la ciudadanía o residencia permanente legal en el país de su elección a cambio de una módica suma de dinero, que en el caso de los EE.UU. asciende hasta a $ 10,000.00 y cuyo proceso, toma hasta 2 años de tramites. Por supuesto entre las desventajas que esto presenta, existe la irremediable necesidad de compartir vidas y espacios junto con la persona que se contraiga matrimonio. Todo esto después de un placido clima de un par de meses pudiera acarrear contratiempos, molestias, e incertidumbre ya que es continuamente monitoreado por el I.N.S en el caso de los EE.UU. ya que si consideran que la pareja ha contraído nupcias de manera fraudulenta, esto conllevaría al emigrante a pagar un pequeña condena, pagar multas y eventualmente ser deportado a su país de origen.
Existe también desde luego la posibilidad de que una de las partes este legítimamente interesada en la relación, y la otra desee beneficiarse de esto para lograr la estabilidad legal que tanto ansia. A lo largo de la relación y mientras se obtiene el cambio de estatus, puede influir el factor tiempo en repercutir en la salud mental de la pareja.
Las demás posibilidades por las que usualmente opta un emigrante, oscilan desde las innumerables formas de visado que se obtienen bien sea por el proceso consular tradicional desde el país de origen, hasta modificar mediante los miles de escritorios jurídicos/legales esparcidos a lo largo de las grandes metrópolis su estatus inmigratorio para pasar de turista o visitante de negocios, a estudiante, inversionista, o empleado de alguna empresa ya establecida en la localidad que pide los “servicios especiales” de la persona beneficiada.
Existe también desde luego la posibilidad de que una de las partes este legítimamente interesada en la relación, y la otra desee beneficiarse de esto para lograr la estabilidad legal que tanto ansia. A lo largo de la relación y mientras se obtiene el cambio de estatus, puede influir el factor tiempo en repercutir en la salud mental de la pareja.
Las demás posibilidades por las que usualmente opta un emigrante, oscilan desde las innumerables formas de visado que se obtienen bien sea por el proceso consular tradicional desde el país de origen, hasta modificar mediante los miles de escritorios jurídicos/legales esparcidos a lo largo de las grandes metrópolis su estatus inmigratorio para pasar de turista o visitante de negocios, a estudiante, inversionista, o empleado de alguna empresa ya establecida en la localidad que pide los “servicios especiales” de la persona beneficiada.
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